Los potros servían para inmovilizar a los animales a la hora de cambiarles las herraduras o aplicarles algún tratamiento médico.

Normalmente tenían cuatro columnas verticales en forma de cuadrilátero y dos horizontales,  una fija  y otra giratoria que se llamaba rodillo, situado en un plano inferior y  con dos orificios para colocar la palanca, que accionaba las coyundas o correas que  subía y bajaba al animal colgado e inmovilizado

En la parte frontal está ubicado el camellón o ublo, que es una yugo individual donde se amarraba la cabeza. De los postes verticales sobresalían, en algunos potros y a poca altura, los caballetes que en algunos lugares se llamaban apoya manos, en los que de forma alternativa se ataban las patas de los animales para cambiar las herraduras.

En algunas ocasiones el potro se usaba para la aplicación de tratamientos por parte del veterinario, cuando la medicación o terapéuticas empleadas aconsejaban la inmovilización del animal, como medida de seguridad.

Dos hombres utilizando el potro de herrar.

El potro o herradero se define como un artilugio que se usaba antiguamente para el herraje de los animales, principalmente bueyes o vacas. Una vez  introducido el animal, por medio  de un sistema de rodillos y correas, se le suspendía en el aire.

El herraje del ganado  mular o caballar no resultaba complicado, estos animales se mantienen en tres patas, y no es difícil conseguir que doble las patas delanteras a nivel de la articulación de la rodilla para la colocar la herradura. Más complejo es el caso de los bueyes que no se mantienen en tres patas, por eso se inventó el potro para hacer el trabajo  del herraje con seguridad y sin miedo a coces o cornadas.

Para herrar, el herrero usaba el martillo, las tenazas, el pujavante y los clavos. El herrador usaba un aparato que limpiaba el casco del animal  y lo dejaba liso para colocar correctamente la herradura: era el pujavante, como una especie de espátula alargada y plana. Después se colocaban los clavos, que se introducían  inclinados, de dentro hacia fuera y, como sobresalían del casco o pezuña, se remachaban para que no se desprendiera la herradura.

La forma de las herraduras se adapta a la morfología del casco o pezuña de cada animal, siendo una pieza única para los caballos y en dos piezas para los bueyes o vacas, que se llaman «chopas» y se colocan en la parte de fuera del casco.

El potro de herraje inició sus servicios en el siglo XIX y estuvo en plena vigencia hasta la década de los sesenta del siglo XX, cuando dejó de usarse por la disminución de la cabaña bovina, circunstancia que coincide con la mecanización del campo, desplazando a los bueyes y vacas de las labores del campo. Actualmente, han quedado como recuerdo de otra época

En nuestros días, en algunas zonas que han vuelto la vista a su pasado histórico de la sociedad agrícola-rural,  están  reparando y recuperando los potros o artilugios de herraje, como símbolos de un legado que podemos trasmitir a las futuras generaciones. Nosotros disponemos de dos potros que se conservan casi como antaño, dado muestra del origen ganadero del municipio:

 

  • Uno en la Plaza de San Pedro de Garganta.
  • Y el otro en El Cuadrón junto a la Iglesia de El Pilar en el Cuadrón.